Los orígenes de Cowork In Tres Cantos (parte I)
Muchos nos han preguntado a Gracia y a mí – ¿Qué fue lo que nos impulsó a desarrollar este proyecto? Como suele ocurrir, esto se entiende mejor con un poco de historia, así que Gracia y yo hemos decidido relatar nuestras historias.
Por orden cronológico y alfabético, esta vez me tocó a mí ser el primero – el próximo artículo será de Gracia 😉
Como hay que empezar por algún lado, retrocedemos primero al verano de 2011:
Al haber dejado mi trabajo anterior en una multinacional y volver a las viejas andanzas de ser mi propio jefe, había estado operando desde un «home office» – un dormitorio convertido en oficina donde tenía ordenadores, equipos de red y otros cacharros electrónicos. En el home office (más o menos) tenía espacio para todas mis cosas, pero sí extrañaba la interacción con otra gente – si bien uno se podía reunir en oficinas de clientes, no resultaba práctico tener reuniones en el home office- ¡los que tengan niños pequeños sabrán a lo que me refiero! 🙂
Sabiendo que mi hijo empezaría a ir al colegio en Tres Cantos en septiembre, y sabiendo que poco después nacería mi hija (y que el “home office” eventualmente tendría que convertirse en cuarto para uno de los niños), decidí buscar una opción que me permitiese tener un espacio de trabajo durante el día en Tres Cantos (cerca del colegio de mi hijo), para no perder tiempo yendo y viniendo en carretera desde Madrid.
Las alternativas de oficina que vi en ese momento no me convencieron – si bien habían espacios relativamente decentes, la relación precio-valor y los costes no me parecían muy apropiados para una nueva empresa en fase de arranque – y menos aún si uno cree en los principios de “lean startups” y “bootstrapping” (iniciar operación sin necesidad de préstamos del banco o de inversionistas externos, con una inversión inicial bastante discreta y controlando mucho los gastos en fase de arranque).
Por fortuna, contacté con Gracia en agosto, y en septiembre (justo a tiempo para el inicio de actividades en el colegio) ya estaba instalado como coworker. El concepto guardaba muchas semejanzas con lo que habíamos hecho del otro lado del charco con varios amigos en los años 90 (estoy delatando mi edad, ¿no? 🙂 ) – distintas pequeñas empresas compartiendo espacio físico y recursos, que de manera informal y espontánea se brindaban apoyo mutuamente. Esa proximidad física y humana y el apoyo mutuo entre todos fue muy beneficioso para los diferentes proyectos que desarrollamos – la motivación inicial fue compartir gastos, pero pronto nos dimos cuenta que los beneficios eran mucho mayores que solo eso. El nivel de energía y motivación dentro de esa comunidad heterogénea era realmente impresionante. Como consecuencia de esas experiencias pasadas, me sentía muy cómodo con el concepto de coworking, ¡y lo prefería mil veces a ambientes más corporativos!
Alquilar una oficina convencional (además de ser significativamente más caro) no habría facilitado las interacciones, el dinamismo y la camaraderie que se encuentran en un buen espacio y comunidad de coworking – esto va mucho más allá de un escritorio, una silla y algunos servicios básicos (que yo ya tenía en el “home office”).
Septiembre, 2013:
Un par de años después se presenta la oportunidad de participar con Gracia en la creación de un espacio de coworking más ambicioso – algo parecido a lo que experimenté en los años 90 (aunque de forma más depurada) – y decidí no desaprovecharla. Ayudar a otros a lograr condiciones similares (o mejores) para el arranque de sus nuevos proyectos mediante un buen espacio y fomentando una buena comunidad es mi manera de dar las gracias por TODOS los que de alguna forma me apoyaron hace más de veinte años, cuando mis amigos y yo dábamos nuestros primeros pasos como emprendedores.
Hay varios ejemplos que pueden ilustrar los beneficios de una buena comunidad de coworking. Gracia y Roberto me ayudaron muchísimo con diversos temas relacionados al arranque de empresa en España (si bien los principios generales no cambian demasiado, hay muchos detalles que sí varían de un país a otro), ahorrándome mucho tiempo y dolores de cabeza. Yo les pude ayudar con otros temas más cercanos a mis propias áreas de experticia. Con Julio y António tuve conversaciones muy interesantes, en muchas de las cuales encontramos soluciones o alternativas nuevas a problemas que alguno de nosotros había planteado. Siempre es grato poder compartir experiencias con otros emprendedores cuyos proyectos están en fase de arranque o crecimiento – y si todos compartimos un espacio de trabajo y participamos en una comunidad dinámica, ¡eso es todos los días!