Una sonrisa tuya puede cambiar el mundo que te rodea
¿Cuántas veces habéis saludado a un camarero sin obtener respuesta? ¿O habéis preguntando por un artículo y el dependiente no ha mostrado mucho interés por atenderos? Hay cientos de situaciones parecidas en las que te preguntas si esa persona es consciente de que su trabajo consiste no sólo en cobrarte el producto, si no también en vendértelo. Me ha pasado a mi y seguro que también os ha pasado a vosotros, pero la pregunta es ¿les pasa a vuestros clientes?
Si vuestra respuesta es un inmediato y rotundo no: ¡Enhorabuena! No sólo podéis dejar de leer este artículo, aunque me gustaría que no lo hicieráis, también podéis consideraros muy afortunados, ya que nunca habéis tenido un mal día ni habéis dejado que algo ajeno al trabajo os afecte el humor. Incluso habéis conseguido evitar estar enfermos en horario laboral para poder rendir al 100% siempre. Sin embargo, si expandimos un poco más el rango de acción positiva a los descansos, las reuniones, los eventos e incluso las cañas después del trabajo es posible que dudes que tu respuesta siga siendo la misma. Lo cierto es que la mayoría de nosotros llevamos grabado a fuego el hecho de que el cliente es básico para cumplir nuestros objetivos y por lo tanto hay que tratarle de la mejor manera posible. Ahora ampliémos de nuevo el rango de acción y donde digo clientes, léase persona que tienes en frente. ¿Sigue siendo tu actitud siempre la correcta para influir en esa persona de manera positiva?
Hace tiempo que trabajo de cara al público y una cosa que he aprendido, sobre todo en el cowork, es que a la mayoría de nosotros le gusta ayudar y aportar a los demás, pero nadie quiere dar algo a cambio de nada. Vivimos en un mundo en el que casi todo se basa en conseguir objetivos: conseguir un trabajo, cerrar una venta, obtener un aumento de sueldo, mejorar nuestro nivel de vida … El motivo de nuestras acciones es básicamente egoísta y con ello no quiero decir que las personas seamos egoístas; me refiero a que por mucho que tú quieras hacer por los demás, si descuidas tu propia situación no vas a estar en condiciones de favorecer a nadie y con ello no pierdes sólo tú, si no todo tu entorno. En ese caso, ¿cómo hacemos para favorecer una sociedad y promover una economía colaborativa? La clave está en la reciprocidad.
No estoy sugiriendo que a partir de ahora sólo hagáis las cosas si significa que sacáis algo a cambio, pero tened en cuenta que el hecho de que alguien demuestre interés por tus necesidades o te dedique unos minutos con amabilidad puede ser el motivo por el que recomiendas un restaurante o vuelves a una tienda. De la misma manera el grado de confianza que le des a los que te rodean hace que te recomienden para un trabajo o te echen una mano con la mudanza. La persona con la que compartes un café, la que te cruzas en el ascensor o la que se sienta a tu lado puede ser clave para conseguir tus objetivos sin tu saberlo. Sonreir con los ojos y no sólo con la boca, mantener contacto visual, prestarle atención a lo que dice, etc. son técnicas para granjearte la simpatía de otros, pero no basta sólo con eso. A veces, es necesario ponerse en la piel del cliente para hacer bien tu trabajo, ¿por qué no aplicar eso a la vida diaria y tratar a los demás como te gustaría que te tratasen?
Así que hacedme caso, sonreír no cuesta nada y puede traducirse en mucho más que una sonrisa, puede ser el primer paso para cambiar el mundo.